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18 Cuando David salió a recibirlos, les advirtió:

— Si venís a mí como amigos y colaboradores, os acepto de todo corazón. Pero si venís para entregarme a mis enemigos, siendo yo inocente, que el Dios de nuestros antepasados sea testigo y haga justicia.

19 Entonces Amasay, invadido por el espíritu, exclamó:

¡Tuyos somos, David!
¡Estamos contigo, hijo de Jesé!
¡Paz! ¡Paz a ti y paz a tus aliados,
pues tu Dios es tu auxilio!

David los acogió y los nombró jefes de tropa.

20 Algunos de Manasés se pasaron a David, cuando iba con los filisteos a luchar contra Saúl (aunque no llegó a ayudarlos, pues los príncipes filisteos, tras deliberar, decidieron expulsarlo, pensando: “Se pasará a su señor Saúl con riesgo de nuestras propias cabezas”).

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